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Ciencia y arte. Un diálogo desde sus orígenes

Sin embargo, tal vez gracias a su armónico periodo inicial, en la actualidad arte y ciencia se encuentran cada vez más en espacios innovadores en donde se nutren, exploran y construyen mutuamente.

Recientemente en nuestro país se desencadenó un sano debate entre los defensores de una ciencia clásicamente objetiva, que se erige en fuente del conocimiento universal a través de la experimentación y el consenso entre la comunidad de científicos, y aquellos que critican a la “ciencia hegemónica” que impide considerar como válidos y útiles dentro del conocimiento saberes ancestrales presentes en todas las culturas. El debate involucró las voces de académicos de diversas áreas del conocimiento, científicos y, afortunadamente, también personas del común en las redes sociales. Como en muchos otros casos, ya los filósofos han discutido por décadas (hasta siglos) sus teorías del conocimiento sin lograr cerrar el debate. Los pensadores de diferentes épocas se han sumergido en controversias similares en las que la visión de mundo, la concepción de la realidad, el método científico, las reglas y leyes de la ciencia, las dinámicas de las comunidades científicas, los intereses políticos, religiosos o económicos de la sociedad, la valoración de las culturas, las cosmovisiones, la diversidad del saber y demás consideraciones han venido a enriquecer el tema.

En cualquier caso, como antes en los círculos meramente académicos de la epistemología, la discusión actual nos ha permitido como sociedad refrescar nuestras concepciones de ciencia y saberes ancestrales, enriquecer nuestra forma de ver las cosas y, a pesar de la intolerancia preponderante en las redes sociales, ejercitar el tan necesario debate argumentado sobre temas de gran calado humano.

Efectivamente, la ciencia no es un edificio perfecto y monolítico que logra sin tropiezos el permanente progreso. Como institución social es más humana de lo que creemos. Pero eso no la convierte en una amenaza para la sociedad y para la valoración, rescate y reconocimiento de la diversidad de saberes, prácticas y formas de representación y conocimiento cultural ancestrales. La ciencia es una forma de construcción de conocimiento profundamente autocrítica; sus comunidades se nutren poniendo a prueba sus experimentos y resultados. Además, desde sus orígenes y en innumerables episodios a través de su desarrollo histórico ha demostrado estar abierta a la colaboración con otras formas de expresar la realidad, tales como el arte y las humanidades.

En la antigüedad, en la Grecia clásica, aunque existía una clara diferenciación entre las actividades intelectuales y las manuales (episteme y techné), no era tan clara la delimitación entre aquellas actividades que podríamos llamar científicas y las artísticas. Así las cosas, dentro de la episteme, el nombre que le asignaron los griegos al saber científico y filosófico del mundo, encontrábamos a la matemática, la astronomía, la historia, la literatura y la música; esta última ligada directamente a la matemática a través del estudio de la armonía. En contraste, entre la techné, caracterizada por un tipo de conocimiento de reglas que rigen el hacer y que respaldan la destreza en ese saber hacer, se encontraban la medicina, la gramática, la retórica, la arquitectura, la pintura, la escultura, la navegación y el gobierno.

Solo fue hasta el siglo II a. C., tras las invasiones romanas a los territorios griegos que, en general, las actividades reunidas bajo la denominación de techné se empezaron a identificar con la palabra latina ars, raíz de la actual palabra “arte”. Con todo, aquel concepto latino y medieval de ars encerraba la destreza de transformar una realidad natural en algo artificial. Pero, dicha destreza dependía completamente de los preceptos y reglas estipulados para llevar a cabo tales transformaciones. Ningún tipo de arte se concebía sin reglas por seguir. Así que para los antiguos la mera inspiración o la fantasía no podían ellas solas producir arte.

En el Renacimiento la medicina y las artes plásticas o visuales (como la pintura y la escultura) empezaron a reclamar un estatus más intelectual, alejándose de su carácter de oficio o actividad meramente manual. Médicos, pintores y escultores investigaron sobre el cuerpo y las proporciones matemáticas, de modo que involucraron a este tipo de “artes” en un sistema racional que bebía del conocimiento científico. Por esta época aparece el famoso libro de Andreas Vesalius (1514-1564), De humani corporis fabrica (1543), que gracias a sus detalladas precisiones anatómicas sobre el cuerpo humano ocasionó un salto de 1400 años en el conocimiento médico (hasta el Renacimiento, el conocimiento anatómico seguía los muy imprecisos preceptos definidos por Galeno en el siglo II d. C.). En Fabrica, un libro destinado a los expertos en medicina, Vesalius describe con precisión los procedimientos de disección que los médicos deben llevar a cabo para estudiar adecuadamente el cuerpo humano (varios de los procedimientos descritos por Vesalius siguen aún hoy vigentes en la ciencia médica contemporánea). Además, el autor insiste en que el estudio del ser humano debe realizarse en el propio ser humano, con lo que enviaba un claro mensaje a los seguidores de Galeno, quien construyó gran parte de su teoría a partir de la disección y estudio de animales no humanos.

El libro de Vesalius no solamente es un ejemplo importante del tránsito de la medicina como oficio a la medicina como ciencia, sino que además es un maravilloso caso en el que los objetivos científicos se alcanzan mediante una inigualable expresión artística. Sus grabados anatómicos no son meras ilustraciones de apoyo, hacen parte integral de la investigación sobre el cuerpo humano y en ellos se expresan con total claridad los hallazgos y los resultados del minucioso estudio de Vesalius. De humani corporis fabrica es un diálogo fluido en la construcción de conocimiento entre el arte y la ciencia.

Otro ejemplo indiscutible de este diálogo entre ciencia y arte también aparece en el Renacimiento. Esta vez gracias a las investigaciones matemáticas y anatómicas de Leonardo da Vinci (1452-1519), quien las incorpora en su obra pictórica. Gracias a sus estudios anatómicos combinados con la matemática de la proporción y el movimiento, Leonardo lleva a cabo una de las contribuciones más importantes a la pintura: logra representar el cuerpo humano de forma dinámica, con dimensiones y perspectiva que lo separan de la hasta entonces omnipresente postura estática. La ciencia de Da Vinci se fundamenta en su comprensión visual del cuerpo humano y su estructura. En este sentido, la herramienta que utiliza para desarrollar dicha ciencia no es otra que la pintura, que al final termina siendo enriquecida por el trabajo científico del artista.

Es durante el advenimiento de la Modernidad (ampliamente delineada en el pensamiento de los siglos XVII y XVIII), cuando la ciencia y el arte se ven más distanciados. Esto debido a que aquella logra estipular con claridad su objeto y su método, prefiriendo el lenguaje matemático por sobre otros, y los artistas se separan definitivamente de los técnicos y artesanos apelando al genio y la inspiración que produce obras de arte, es decir, objetos cuya finalidad práctica es reemplazada por una función eminentemente estética. En esta época las sociedades científicas inician su actividad como espacios institucionales de la ciencia que legitiman las fronteras disciplinares, y se reconoce a la investigación, los científicos y las instituciones dedicadas a la ciencia como parte del ámbito de construcción del conocimiento. Así, en 1663 se funda en Francia la Academie Royale des Sciences  y en 1760 inicia actividades una de las sociedades científicas más reconocidas hasta ahora, la Royal Society en Londres.

A pesar de la sustantiva diferenciación de los objetos y métodos de la ciencia y el arte llevada a cabo en los siglos XVII y XVIII, no dejan de existir canales de comunicación y colaboración. Más aún, gracias a la definición concreta de objetivos científicos y a una gran actividad experimental y exploratoria, por un lado, y a un continuo perfeccionamiento en las técnicas del dibujo y el diseño, por el otro, la ciencia requiere cada vez más del arte para ilustrar sus teorías, hipótesis y resultados. Es por esta época cuando la ilustración científica experimenta un auge excepcional. Desde las acuarelas de Galileo Galilei (1564-1642), que presentan las diferentes fases de la Luna observadas a través de sus más de veinte prototipos de telescopio y que se publicaron en Siderus nuncius (1610); pasando por los dibujos y diagramas de Robert Hooke (1635-1703), que contribuyen a perfeccionar sus métodos experimentales sobre la mecánica de los cuerpos, y las ilustraciones de secciones celulares de diferentes insectos presentadas en su Micrographia (1665); o la investigación sobre la anatomía de las plantas sistematizada en el libro de Karl Sigismund Kunth (1788-1850), que muestra detalladas estructuras microscópicas; hasta las asombrosas ilustraciones del mundo de los invertebrados de Ernst Haeckel (1834-1919), quien además popularizó la teoría de la evolución de Darwin, entre otros diálogos científico-artísticos que han continuado hasta hoy mediante la ilustración científica.

“En cualquier caso, como antes en los círculos meramente académicos de la epistemología, la discusión actual nos ha permitido como sociedad refrescar nuestras concepciones de ciencia y saberes ancestrales, enriquecer nuestra forma de ver las cosas y, a pesar de la intolerancia preponderante en las redes sociales, ejercitar el tan necesario debate argumentado sobre temas de gran calado humano.”

Resaltemos dos casos cercanos a nosotros en los que ese diálogo entre el arte y la ciencia se dio a través de la ilustración científica. La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, dirigida por el médico y naturalista José Celestino Mutis (1732-1808) y los trabajos científicos de Alexander von Humboldt (1769-1859), parte de los cuales llevó a cabo en nuestras tierras precisamente gracias a la admiración de Humboldt por Mutis.

La Expedición Botánica produjo más de 6000 láminas que representan al detalle 2696 especies y 26 variedades vegetales procedentes del centro de Colombia. Como respaldo de estás láminas se conservan 17 000 pliegos del herbario de la Expedición, tanto en el Real Jardín Botánico de Madrid como en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia. Como punto de comparación el herbario de Linneo (1707-1778), el gran clasificador de los seres vivos y creador de la taxonomía, llegó a tener en Upsala 10 000 pliegos. En este sentido, la Expedición Botánica dirigida por Mutis es uno de los mayores esfuerzos científicos y artísticos de toda la historia.

De la misma forma, en sus trabajos científicos —que lo llevaron a explorar parte de Europa, Asia central y América— Alexander von Humboldt recopiló datos de todo tipo (geográficos, geológicos, climáticos, botánicos, zoológicos, astronómicos, etnográficos, arqueológicos, políticos, sociales, etc.). Su objetivo era analizar la naturaleza y consolidar una visión del mundo totalizadora, llena de relaciones e interacciones que solo podían expresarse, consideraba Humboldt, mediante la conjunción de ciencia y arte.

Humboldt sentía una profunda preocupación por el resultado de sus investigaciones pues después de sus innumerables viajes y de recopilar una gran cantidad de datos de diversa índole, sumados a los suministrados por su amplia red de contactos científicos en el mundo, debería disponerse a estructurar su opera magna, denominada por él Cosmos (1845-1857), enfrentándose al riesgo de no ser capaz de mantener en sus descripciones y explicaciones el encanto, la magia, el prestigio y el poder de la naturaleza en toda su amplitud. Por eso asumió que la mejor manera de superar esta dificultad sería mediante la conjunción de ciencia y arte en la construcción de visiones o vistas (Ansicht) que pudieran expresar al mismo tiempo el detalle científico, las interacciones y conexiones ocultas, y la magnificencia de la naturaleza en una visión comprensiva (total). En las imágenes incluidas en su obra Humboldt presenta una visión racional de los datos complementada con la presencia estética de los sentimientos que nos acercan a la contemplación de la naturaleza en toda su magnitud. Así, ciencia y arte se confabulan para apreciar el mundo en su complejidad.

“En las imágenes incluidas en su obra Humboldt presenta una visión racional de los datos complementada con la presencia estética de los sentimientos que nos acercan a la contemplación de la naturaleza en toda su magnitud. Así, ciencia y arte se confabulan para apreciar el mundo en su complejidad.”

En la actualidad la ciencia y el arte se redefinen mediante la dinámica acelerada de la tecnología. Gracias a esa actividad han aparecido y se siguen creando nuevos espacios de interacción, de trabajo articulado, de complementariedad y hasta de hibridación entre uno y otra. No es extraño encontrar en los institutos de investigación y en las universidades alrededor del mundo programas de residencias artísticas afincados en laboratorios de investigación científica. Gracias a ello algunos artistas se han interesado en los estudios científicos y los científicos también han encontrado maneras para introducir aspectos artísticos en sus investigaciones. Todos comparten intereses relacionados con la vida artificial, los espacios multimediales e inmersivos, la inteligencia artificial, los nuevos materiales, etc. Las actividades de innovación tanto artística como científica se ven ampliamente favorecidas en espacios conjuntos de creación. Uno de esos espacios innovadores es el Palo Alto Research Center con su Artist-In-Research-Program,en el que la ciencia del software y el hardware interactúa con el diseño y la exploración sensitiva a través de la innovación artística.

Reconociendo estos nuevos espacios de interacción entre ciencia y arte aparecen organizaciones internacionales que buscan fomentar la hibridación de estas dos formas de conocimiento. Así, la Sociedad Leonardo (The International Society for Art-Science-Technology) apoya programas, eventos, publicaciones y generación de productos gestionados por artistas y científicos mediante un diálogo amplio que abre interesantes posibilidades de futuro para la educación y la investigación.

Escenarios como los museos de ciencia siempre han sido espacios promotores de la cultura científica a través del tratamiento artístico de sus colecciones. Hoy los museos y centros de ciencia expanden su influencia mediante recorridos virtuales, desarrollo de materiales interactivos, diseño de experiencias inmersivas con realidad aumentada y las demás posibilidades científico-artísticas que nos permite la innovación tecnológica actual. Un fabuloso ejemplo de esto es el museo de ciencia más visitado en el mundo (de manera presencial y virtual), el Smithsonian, Museo Nacional de Historial Natural.

“En la actualidad la ciencia y el arte se redefinen mediante la dinámica acelerada de la tecnología. Gracias a esa actividad han aparecido y se siguen creando nuevos espacios de interacción, de trabajo articulado, de complementariedad y hasta de hibridación entre uno y otra”

En la actualidad la ilustración científica (concebida en un amplio rango de la expresión) sigue siendo fundamental para el desarrollo de la ciencia. Casi podría decirse que las fotografías, las gráficas, los diagramas, los esquemas, las ilustraciones, los bocetos, etc., hacen parte integral del método de construcción de la ciencia. Esta amalgama entre ciencia y arte nos permite iluminar la importancia del desarrollo científico y comprender el lugar de la ciencia en el mundo.

Desde hace décadas el arte ha ganado su estatus epistemológico. La creación artística es también investigación y construye su lógica mediante dinámicas propias de colaboración, producción y circulación del sustantivo conocimiento artístico. Por otro lado, la ciencia explora y crea estrategias de divulgación que mediante el arte la acercan a más públicos, que la llevan a otros ámbitos en los que se reconfigura en formatos de ciencia abierta, ciudadana o visual. Esta última disciplina se nutre del arte para crear material gráfico atractivo y efectivo que permite la comunicación de conceptos científicos complejos de manera clara para un público general.

También la tecnología, o lo que hoy llamamos tecnociencia, nos brinda nuevas formas de crear e interactuar con el arte. Por un lado, está el nuevo arte digital potenciado comercialmente a través de los NFT (Non Fungible Token), activos digitales indivisibles que aseguran a los artistas digitales ingresos importantes por el desarrollo y venta de sus obras y a los consumidores de arte digital les garantizan la propiedad y la valorización de sus colecciones —el arte digital, desde el punto de vista comercial, está hoy al mismo nivel que el clásico arte distribuido en galerías y expuesto en museos de renombre—. Por otro lado, desde hace poco tiempo se han venido desarrollando para casi todos los campos de creación de contenidos artísticos (diseño, fotografía, arte digital, música, literatura, etc.) herramientas de inteligencia artificial generativa que mediante instrucciones básicas producen obras que por su reciente aparición aún hoy discutimos si en realidad son creativas. El famoso ChatGPT, que mediante lenguaje natural construye textos articulados, es solo una de muchas IA generativas que están modificando la manera en que concebimos el arte. En la producción musical encontramos a MusicLM y en la creación de videos, a Synthesia o D-ID. También existen herramientas de inteligencia artificial para crear imágenes artísticas como Wombo Art, Midjourney, Stable Diffusion y Dalle-2. A través de Midjourney el artista digital estadounidense Jason Allen coprodujo la obra Théâtre d’opéra spatial, ganadora en 2022 del concurso de arte digital y fotografía en la Feria Estatal de Colorado en Estados Unidos. Por supuesto este premio ha sumergido al mundo del arte en una gran controversia pues no es claro cuál puede ser el valor artístico de una obra producida exclusivamente por una inteligencia artificial y, en conexión con esto, cuál es la participación creativa del artista en ella.

“Así las cosas, la inteligencia artificial generativa puede ser una herramienta muy poderosa para enriquecer la relación entre la ciencia y el arte. Aunque su aparición en nuestras vidas es aún muy reciente y no tenemos claro todavía hacia dónde nos llevará, sí podemos vislumbrar amplias posibilidades de innovación y exploración artística para desarrollar los campos del arte y la ciencia. y a la vez abordar conceptos científicos de una manera única y novedosa.”

Así las cosas, la inteligencia artificial generativa puede ser una herramienta muy poderosa para enriquecer la relación entre la ciencia y el arte. Aunque su aparición en nuestras vidas es aún muy reciente y no tenemos claro todavía hacia dónde nos llevará, sí podemos vislumbrar amplias posibilidades de innovación y exploración artística para desarrollar los campos del arte y la ciencia. y a la vez abordar conceptos científicos de una manera única y novedosa.

Con este recorrido he querido expresar un punto de vista sobre la ciencia que la considera algo más que un conjunto de experimentos, lenguajes técnicos y teorías abstractas. La ciencia es también innovación tecnológica e innovación social que influye positivamente en nuestras vidas. Es un diálogo con la diversidad y para la diversidad. Por eso, es tan importante su apertura para dejarse complementar por el arte y las humanidades pues al final del día la ciencia también es apropiación social, divulgación y experiencia.

Referencias

Allen, J. y Midjourney (2023). Théâtre d’opéra spatial [2022]. Wikimedia Commons. Recuperado de tinyurl.com/y73wda4x

Campagnola, D. (2023). Männlicher Rückenakt, Torso [ca. 1520-1525]. Fráncfort del Meno: Städel Museum.

Haeckel, E. (2006). Ascidiacea. En Kunstformen der Natur [1904], f. 85. Wikimedia Commons. Recuperado de https://tinyurl.com/3evmm79n

Humboldt, A. von (2018). The distribution of plants in a perpendicular direction in the torrid, temperate & the frigid zones: with indications of the mean temperature of the year and the coldest and warmest months [1850]. Wikimedia Commons. Recuperado de tinyurl.com/yyncjcpz

Rizo, S. (2017). Mutisia clematis [acuarela sobre papel]. Wikimedia Commons. Recuperado de tinyurl.com/bdcufve4

Vesalius, A. (2014). Decima musculatorum tabula. En De humani corporis fabrica [1543]. Wikimedia Commons. Recuperado de https://tinyurl.com/s4j8dpyr

AUTOR

Gustavo Silva Carrero

Filósofo, con maestría y doctorado en Filosofía de la Ciencia de la Universidad Nacional de Colombia, con áreas de interés en lógica, ética, filosofía de la ciencia y asuntos y procesos editoriales. Se ha desempeñado como editor general y director de la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. Adicionalmente, ejerce la docencia universitaria y la asesoría académica en los niveles de dirección universitaria. Actualmente es Vicerrector de Investigación de la Universidad El Bosque.

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