Desde aquellos primeros 48 profesores que iniciaron clases para 315 estudiantes en la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia el 3 de febrero de 1868, hasta hoy, en 2023 —cuando ya somos 3003 profesores y profesoras que acompañamos la formación integral de nuestros cerca de 60 000 estudiantes en las 9 sedes, los 102 programas de pregrado y los 368 de posgrado—, nuestra comunidad universitaria ha dedicado sus mayores esfuerzos intelectuales a construir un mejor futuro para los colombianos.
Desde nuestros orígenes, en el siglo XIX, la Universidad Nacional ha impactado profundamente en el desarrollo científico, técnico, económico, cultural y social del país. Como comunidad universitaria hemos logrado convertirnos en faro intelectual de la nación. Nuestra responsabilidad ha sido desde siempre pensar el presente y el futuro de la sociedad, aportando una formación integral en educación superior soportada en la convivencia pacifica entre todos.
La trascendencia de la Universidad Nacional de Colombia se expresa en garantizar una educación de alta calidad para jóvenes de todos los rincones del país, desarrollar el trabajo académico y científico en y con las comunidades y trabajar con irrestricto compromiso por la paz y el desarrollo de los territorios. Gracias al mantenimiento histórico de estos objetivos la Universidad Nacional ha trascendido su misión y ha dejado una huella imborrable en cada uno de los colombianos.
Cumplir con nuestro propósito superior como Universidad Nacional requiere que seamos capaces de adaptarnos, transformarnos y cambiar permanentemente para responder con pertinencia a los diversos restos que nuestra sociedad enfrenta. La Universidad se ha demostrado viva, activa, solidaria y sostenible durante los último 46 gobiernos nacionales, y gracias a nuestro trabajo en comunidad, que asume la labor de la Universidad a partir de la autonomía responsable, seguirá activa muchas décadas más.
Algunas de esas profundas transformaciones culturales han tenido lugar en los último seis años a partir del trabajo mancomunado que ha buscado hacer realidad nuestros últimos dos planes globales de desarrollo: “Universidad Nacional de Colombia: proyecto científico, cultural y colectivo de nación”, los cuales han iniciado el camino señalado por el Plan Estratégico Institucional a 2034.
Las transformaciones culturales que esta comunidad universitaria ha consolidado en los últimos años se relacionan con una nueva visión en torno a la armonización de las funciones misionales de formación, investigación y extensión para la formación integral. También nos hemos pensado como institución que crece mediante la transformación digital institucional; hemos cambiado nuestra forma de pensar el bienestar universitario para dar más posibilidades a la convivencia, el crecimiento en comunidad y el desarrollo profesional a partir de la valoración fundamental de nuestras diferencias; además, hoy nos asumimos y actuamos como una única universidad que, bajo un modelo intersedes, se potencia en su diversidad y aporta una visión de país que nos integra y aprovecha cada una de nuestras fortalezas.
Cada una de estas transformaciones culturales ha sido un reto importante para nuestra comunidad en estos últimos años pues, por nuestra complejidad y tamaño institucional, no siempre es fácil ponernos de acuerdo. De la misma forma, en la Universidad siempre está presente la sana tensión entre la tradición y el cambio, que nos permite valorar con justicia nuestros logros a partir de los principios, los propósitos y los valores institucionales consolidados por tantas generaciones de académicos. El cambio siempre se da, pues somos conscientes de que nuestra meta es el bien común, pero para que se dé debemos ser capaces de autoevaluarnos y permitir que otros también nos evalúen. Solo así nuestros principios se fortalecen y nuestros propósitos se alcanzan mejor.
Recientemente hicimos un ejercicio de reconocimiento, en cada una de nuestras nueve sedes, de la labor de estudiantes, profesores y administrativos, identificando aquellas experiencias transformadoras que nos presentan la realidad de los cambios culturales efectuados en los últimos años por nuestra comunidad. Gracias a ello hemos sido testigos de una Universidad Nacional que aprende y crece con el objetivo de formar desde el ser y con un compromiso profundo por el progreso del país.
En esta oportunidad quiero revisitar algunas de estas experiencias transformadoras, que en pocos meses saldrán publicadas en un libro de la Editorial de la Universidad y que hacen de la nuestra una comunidad profundamente comprometida con la formación integral, el respeto y cuidado hacia los demás y hacia la naturaleza, y el desarrollo de nuestra nación a partir del fortalecimiento de las regiones.
- La primera experiencia a la que quiero referirme (y que ejemplifica adecuadamente todos aquellos cambios culturales que he mencionado antes), tiene lugar en un espacio amplio, a doce kilómetros al sur de Valledupar, en el municipio de La Paz.
En años recientes nos correspondió poner en marcha el importante proyecto de la Sede de La Paz, mediante su adecuación física, la asignación de cien nuevos profesores destinados exclusivamente a ella y, por supuesto, la definición del modelo académico mediante el diseño de las mallas curriculares de sus seis programas de pregrado.
La Sede de La Paz se fundamenta en un proyecto que concibe la organización académico-administrativa de los campos de conocimiento a través de escuelas de pregrado y posgrado, así que no cuenta con facultades. En consecuencia con su talante instituyente y disruptivo, ha logrado establecer normas y dependencias para gestionar el conocimiento universitario, a la vez que desafía o altera radicalmente las estructuras y prácticas que atan tal gestión.
Esta configuración disruptiva permite una dinámica que orienta a la Sede en su carácter de laboratorio de innovación organizacional, pedagógica y social para la educación superior. Eso nos está enseñando cómo lograr la formación integral por caminos pedagógicos que muchos no hemos explorado aún.
Por supuesto, este esfuerzo se complementa con el gran proyecto de fortalecimiento profesoral de las sedes de frontera de la Universidad. Valga mencionar que, gracias a las gestiones recientes en el Congreso de la República y con el Gobierno nacional, actualmente contamos con 526 nuevas plantas docentes: 100 para la Sede de La Paz, 200 para las sedes de frontera —que fortalecen nuestra labor en los territorios— y 226 para iniciar el gran proyecto de estructurar una nueva Facultad de Ciencias de la Vida en la Sede Medellín. - La Escuela Nacional de Pares-Tutores de la Unal es un ejemplo más de ese cambio cultural de nuestra comunidad en torno a la armonización de las funciones misionales.
La Escuela tiene la trascendental tarea de proveer excepcionales compañeros de estudio a los estudiantes de las diferentes sedes de la Universidad. De esta forma, a la par con los GEA (grupos de estudio autónomo), vistos como proveedores de socios de aprendizaje, aportan a la transformación pedagógica de la Universidad, a la reducción en las tasas de repitencia en las asignaturas de alta pérdida y a mitigar los casos de deserción estudiantil. Pero sobre todo permiten tener los mejores amigos y compañeros de estudio para el resto de la vida. - Otra experiencia transformadora, esta vez a partir de la reconceptualización del bienestar, emergió en nuestra Sede Amazonia con la creación del programa radial El Canto del Tucán: un mensaje de bienestar y cuidado de la vida en tiempos de pandemia.
Entre abuelos, chamanes y sabedores de las comunidades indígenas de la triple frontera amazónica —Colombia, Brasil y Perú— durante 2020 produjeron dicho programa, desarrollado en el Centro de Producción Radiofónica de Unimedios-Sede Amazonia, que fue emitido durante los inicios de la pandemia de covid-19, de 5 a 6 p. m., en la cadena comercial y musical Fantástica de Leticia.
El Canto del Tucán surgió como parte de un curso de extensión denominado “Elementos para mejorar la prevención, atención y vigilancia epidemiológica de los casos de covid-19 en comunidades indígenas de la Amazonia colombiana”. Fue un espacio concebido para el diálogo de saberes, donde los indígenas, además de aprender cosas nuevas del pensamiento científico, divulgaron sus experiencias, resaltaron los liderazgos locales dentro de sus comunidades y difundieron sus conocimientos.
Gracias a esa union de fuerzas, que lleva décadas consolidándose, en 2022 las comunidades indigenas de la Amazonia confiaron en la Universidad para preservar miles de archivos sonoros en los que se registra su acervo cultural, oral y lingüístico. Este acervo hoy está disponible para todo el país en el Archivo Digital de las Lenguas Indígenas de la Amazonia. - También con el objetivo de transformar nuestro país mediante la armonización de las funciones misionales y potenciada por nuestro modelo intersedes, nuestra comunidad universitaria ha fortalecido su accionar investigativo con la Escuela Permanente de Pensamiento Universitario.
La Escuela —que integra los centros de pensamiento, las cátedras nacionales, los focos y otras iniciativas como los centros de excelencia— ha posicionado a la Universidad como un actor protagonista en la construcción de las políticas formuladas en las diversas escalas de gestión del Estado, aportando soluciones innovadoras y prácticas a problemáticas profundas y prioritarias del país, así como impulsando acciones políticas concretas por parte de los gobiernos.
Los centros de pensamiento, el Instituto de Liderazgo Público y la Red Paz han propiciado el estudio, la investigación y el diálogo de los tópicos de política pública, abordados desde la perspectiva académica. De paso, han propiciado espacios de liderazgo e intercambio de experiencias e ideas con la presencia de la comunidad universitaria, la ciudadanía y otras instituciones para proponer soluciones a las problemáticas del país y evaluar y formular políticas públicas a nivel nacional y regional. Estas acciones contribuyen a su vez al desarrollo colectivo de los actores y al enriquecimiento cultural, social y ambiental de los documentos de política pública construidos, que componen una gran colección de conocimiento efectivo para el Estado, los gobiernos y las comunidades. - Una experiencia profundamente transformadora en los últimos años tiene que ver con cómo concebimos culturalmente ahora el uso y la gestión de las nuevas tecnologías. La transformación digital institucional busca hacer de la Universidad una institución capaz de liderar el cambio en el mundo contemporáneo, lo cual pasa por hacer más amable la relación de nuestra comunidad con los procesos formativos, de investigación y administrativos que soportan todo nuestro desarrollo.
Nuestra comunidad universitaria ha consolidado la estrategia de Universidad Laboratorio, que consiste en servirse de las capacidades y los conocimientos de los grupos de investigación de la Universidad para apoyar los cambios o mejoras en la administración de la institución.
Bajo nuestra visión de transformación digital, por ejemplo, hemos implementado la gestión de diplomas con firma digital y tecnología blockchain. Esto ha significado, entre otras cosas, que los procesos de certificación y validación de diplomas para todo tipo de trámites, a los que se veían sometidos nuestros egresados, han llegado a su fin pues ahora son verificables desde cualquier lugar del mundo simplemente accediendo a internet. Esto consolida un sistema más seguro, que prácticamente anula la posibilidad de falsificación y deja un registro público verificable por cualquiera. Se trata, pues, de un ejemplo de que la transformación digital, como parte de ese cambio cultural, puede servir también para combatir la corrupción.
El cambio cultural impulsado por la transformación digital nos obliga a pensarnos y reinventarnos como institución de educación superior. Por eso queremos, a partir de dicha transformación, incentivar procesos de emprendimiento y valor con innovación que, a su vez, articulen e impulsen ecosistemas competitivos para el desarrollo de los territorios y el bienestar de las comunidades. - Nuestros campus son la configuración espacial y simbólica del proyecto de Universidad que hoy reconocemos como Nacional, comprometido con los territorios y sus comunidades. La dinámica de integración de las sedes Bogotá, Medellín, Manizales, Palmira, Amazonia, Orinoquia, Caribe, Tumaco y de La Paz estimula el reconocimiento del valor de la diversidad para colaborar antes que competir, compartiendo experiencias, programas y proyectos entre todas las sedes. Esto nos ha permitido desarrollar enfoques y políticas para la inclusión, el fomento de la equidad, la transformación digital, la mitigación del cambio climático y la disposición de una infraestructura sostenible y enfocada en el bienestar, en función del proyecto académico universitario.
Estos campus se abren a las regiones para recibir su influencia, sus aportes y su manera de construir nación. Además, acogen a jóvenes de la gran mayoría de municipios de nuestro país para ofrecerles una experiencia profundamente enriquecida en lo académico, lo cultural, lo deportivo, lo tecnológico y lo vivencial, que valora al otro como parte esencial del proceso de formación personal, profesional y político de ciudadanos que aporten con su intelecto y su trabajo a un mundo en donde valga la pena crecer y vivir. Hoy en nuestros campus la vivencia universitaria respira arte y cultura en cada espacio. En la Sede Bogotá, por ejemplo, es importante resaltar la reconstrucción del edificio de Artes Plásticas —un nuevo espacio para este tipo de manifestaciones— y la pronta entrega de la remodelación del Auditorio León de Greiff. - Hoy, a través de la reconceptualización del bienestar, la Universidad ha sumado reflexiones e instrumentos para construir una política de equidad de género, inclusión y diversidad que nos pone a la vanguardia en el país en este tema fundamental. Se fortalecen cada vez más nuestra Escuela de Género a través de sus imprescindibles investigaciones y nuestro Observatorio de Asuntos de Género, que se ha convertido en un instrumento clave para la construcción institucional.
Estas son solo algunas experiencias transformadoras que en los últimos años han florecido en nuestra Universidad Nacional de Colombia gracias a importantes cambios culturales que hemos aceptado, promovido y gestionado. Nuestra comunidad universitaria ilustrada, consciente de su gran potencialidad para aportar, sabe también que los retos son innumerables y que su liderazgo académico nacional e internacional es solo una señal de la gran responsabilidad que los colombianos le han entregado.
Sabemos que falta mucho por contar y aún más por construir. Así que extiendo una invitación a cada uno de ustedes para que su proyecto de vida siga siendo la Universidad Nacional.
Por supuesto, hoy debemos pensar en el futuro para nosotros como comunidad y para nuestra sociedad en su conjunto. Un futuro que reestructure de la mejor forma posible la educación superior del país y en el cual la Universidad Nacional siga cumpliendo su papel de estandarte de la calidad, la formación integral y la gestión del conocimiento. Un futuro en el que nuestras prácticas académicas, científicas y administrativas sean potenciadas por las tecnologías de la inteligencia artificial, sin dejar de lado nuestra responsabilidad de reflexionar en torno a las implicaciones éticas de su uso y desarrollo. Un futuro en el que por fin Colombia garantice a toda su ciudadanía una vida plena de bienestar y paz, que nos permita desplegar nuestras capacidades con creatividad en función de la búsqueda de la felicidad. Un futuro en el que la Universidad, como alma mater de los colombianos, sea para todo nuestro país la experiencia transformadora más importante de su historia.
Por eso la Universidad Nacional de Colombia seguirá siendo el mas importante proyecto cultural, científico y colectivo de nuestra nación.