Este libro recorre la historia del pensamiento y la ciencia occidentales para justificar la necesidad de una nueva filosofía de la naturaleza que nos permita entender nuestro papel en un universo impredecible y rico en potencialidades que se ponen de manifiesto en la gran diversificación e integración de las formas existentes. Las ideas de los antiguos griegos sobre la materia y la vida, los sistemas de Gottfried Wilhelm Leibniz e Immanuel Kant, la controversia Lamarck-Darwin, la termodinámica de los sistemas jerárquicamente organizados, ciertas interpretaciones de la mecánica cuántica y la llamada “ley de la mente” de Charles Sanders Pierce son algunos de los hitos que analizo a la luz de un concepto de información del cual resalto los aspectos semánticos y pragmáticos.
La perspectiva informacional en la filosofía de la naturaleza está organizado en siete capítulos. En el capítulo primero, “Las nociones de materia, mente y vida en la Grecia antigua”, muestro cómo la noción de información resuena con, o evoca, ideas seminales presentes en la filosofía natural de la Grecia antigua en lo relativo a una diversidad de enfoques sobre lo que se entendía como materia, vida y mente, el problema del cambio y el movimiento, las relaciones causales, el origen del orden, las formas arquetípicas, la causa formal y la relación entre potencia y acto, entre otros.
En el capítulo segundo, “Leibniz, precursor de una cosmovisión informacional”, explico cómo el pensador alemán partió de la idea aristotélica del paso de la potencia al acto para dar lugar a un esquema de procesamientos de información aplicables por igual al entendimiento del mundo físico y el biológico. Igualmente muestro que, siguiendo a Platón, defendió una idea de información infinita y preexistente, así como una de armonía universal, y destaco su conceptualización de los seres vivos como sistemas compuestos de subsistemas, y estos de subsistemas más pequeños.
En el capítulo tercero, “De Kant a Uexküll, vía Lamarck y Darwin”, presento el carácter ontoepistémico de la noción de información, a propósito de las tesis de Kant sobre la distinción entre la realidad en sí y el mundo fenoménico. Muestro que a principios del siglo XX se discutían las tesis evolucionistas de Jean-Baptiste Lamarck y Charles Darwin sin llegar a un acuerdo, lo que indujo a Jakob von Uexküll a investigar la fisiología sensorial y el comportamiento de los organismos, para lo cual extrapoló las tesis de Kant a los seres vivos considerándolos sujetos de experiencia y moldeadores de su mundo circundante. Discuto además las razones que llevaron a Uexküll a rechazar la explicación aristotélica de las causas finales para sustituirla por una ley de congruencia funcional y organización sistémica, acorde con lo señalado en la Crítica del juicio de Kant.
En el capítulo cuarto, “Energía, información y entropía en el estudio de sistemas vivos”, ilustro cómo la noción de información se amplía y precisa con las investigaciones de la termodinámica sobre las transformaciones de la energía inferibles a partir del estudio de los sistemas vivos, en particular células y ecosistemas. Se trata de modelos que postulan una noción de energía libre susceptible de ser almacenada que permite controlar el uso y aprovechamiento de la energía mediante procesamientos de información. Este análisis invita a aceptar una dinámica entre tendencias opuestas, al modo de Heráclito: una hacia la degradación de los sistemas organizados a medida que los gradientes de energía desaparecen (segunda ley de la termodinámica) y otra hacia la construcción de sistemas más complejos a medida que la energía fluye (tentativa cuarta ley).
En el capítulo quinto, “Organización jerárquica y procesamientos de información”, desarrollo la noción de información mediante la formulación de un modelo teórico aplicable al entendimiento de la naturaleza como una jerarquía de sistemas organizados, semejante a la sugerida por Leibniz, donde los niveles intermedios exploran nuevas potencialidades habilitando la conformación de niveles más complejos e imponiendo restricciones a los inferiores. Discuto también las condiciones para la emergencia de sistemas complejos a partir de medioambientes poblados por sistemas más simples, argumento que puede ser utilizado para abordar el problema del origen de la vida en la Tierra.
En el capítulo sexto, “La información en las interpretaciones de la mecánica cuántica”, pongo en evidencia cómo la noción de información permite justificar un principio ontoepistémico semejante al que utilizó Niels Bohr cuando planteó la tesis de la complementariedad. Esta noción recoge elementos formulados en los debates a propósito de las interpretaciones de la mecánica cuántica, en particular la de Copenhague y la de los muchos mundos de Everett. Se trata de la discusión que la denominada “teoría de la decoherencia” o “darwinismo cuántico” de Zurek ha intentado resolver. Muestro la relación entre esta perspectiva y la de David Bohm en lo pertinente a las tesis de la inseparabilidad entre sujeto y objeto y la existencia de parámetros globales que regulan los muchos mundos subjetivos y vividos por los seres vivos.
Por último, en el capítulo séptimo, “De la ley de la mente de Charles S. Peirce a una noción integradora de información”, me esfuerzo por integrar las nociones de información discutidas en los capítulos anteriores mostrando su congruencia con lo que Peirce caracterizó como ley de la mente. Este enfoque propone derrumbar definitivamente los dualismos sustancialistas, no solo evocando la tradición griega sino integrando lo más destacado de la ciencia del siglo XIX para justificar una filosofía de la naturaleza, todavía por desarrollar, acorde con la ciencia contemporánea. Una filosofía de la naturaleza evolucionista, enraizada en un monismo holístico radical, en el que la acción mental se naturaliza y se ejemplifica en una lógica de interacciones resultantes de procesamientos de información mediados por la significación.
A lo largo del libro me refiero a dos grandes prejuicios: en lo ontológico, el materialismo clásico o superficial y el antifinalismo a ultranza, y en lo epistemológico, un realismo acrítico, los cuales podrían ser superados por una perspectiva procesual centrada en las transacciones informacionales. Los argumentos aquí desarrollados apuntan a interpretar el universo y los subsistemas que lo conforman como agencias captadoras, creadoras, procesadoras y usuarias de información en un entramado más o menos armonioso de correspondencias funcionales. A la vez, invitan a renovar las cosmovisiones imperantes, a replantear la discusión sobre las nociones de vida y materia, y a entender lo humano como una ocurrencia circunscrita a un espacio y un tiempo delimitados en los que participamos, para bien y para mal, de la dinámica creadora del universo multiforme.