Varios atributos lo distinguieron por siempre: intelectual por excelencia, dirigente universitario, honesto y crítico de la política tradicional, científico social, activista apasionado por la defensa de los derechos humanos, asesor de movimientos sindicales y de sus luchas. Pero, ante todo, fue profesor. El aula era una polis donde tenía lugar la palabra libre. La cátedra era una caricia para la formación del espíritu crítico y la autonomía del pensar.
Su conciencia de universitario lo dotó de sapiencia aplicada como representante a la Cámara, senador, personero de Bogotá, rector de la Universidad Nacional de Colombia y rector de la Universidad Libre. A diferencia de quienes hacen de las instituciones centros de acuartelamiento burocrático, Gerardo Molina irradió cada espacio con el postulado de la libertad y el diálogo entrecruzado. En vez de recintos rígidos y jerárquicos, donde no hay autoridad, sino autoritarismo, apostó por el florecimiento de instituciones virtuosas. Con razón, los estudiantes, colegas y quienes lo conocieron lo distinguieron con el apelativo de “maestro”.
Su quehacer estaba motivado por la biblioteca y la investigación. Aun así, sus antagonistas se oponían con vehemencia a su modo de actuar. La puesta en marcha de sus propuestas generó mucho bullicio cuando emprendió el camino de la reforma universitaria.
Su ímpetu de transformador no provenía de repentino hálito, pues el eco de la Reforma de Córdoba lo había cautivado a muy temprana edad. Es conocida la anécdota de que fue expulsado de la Universidad de Antioquia, tras organizar una huelga contra la censura y el autoritarismo profesoral. Terminó sus estudios en la Facultad de Derecho, en la Universidad Nacional de Colombia. De ahí que, como su rector (1944-1948), defendiera el establecimiento de una educación laica y democrática, cimentada sobre la idea-fuerza de la autonomía universitaria. Molina fundó Universidad Nacional de Colombia Revista Trimestral de Cultura Moderna, en octubre de 1944, y propició un estatuto docente de tiempo completo para el profesorado.
A diferencia de quienes hacen de las instituciones centros de acuartelamiento burocrático, Gerardo Molina irradió [en la universidad] cada espacio con el postulado de la libertad y el diálogo entrecruzado.
Para Jaime Eduardo Jaramillo (2007), la rectoría de Molina
representa un esfuerzo —parcialmente logrado debido a las condiciones políticas del país— para conformar una institución universitaria contemporánea pública, nacional, laica, científica y humanista, pluralista en las orientaciones de sus profesores y estudiantes en sus cátedras y eventos académicos, construida con parámetros internacionales, pero en función de necesidades y problemas nacionales. (p. 17)
Así como promovió reformas en la Universidad Nacional, lo propio hizo como rector en la Universidad Libre (1955 y 1960-1965), tras su exilio parisino, que tuvo lugar durante la violencia política de los años cincuenta. Con su nombramiento como rector, se desató la oposición del cardenal Crisanto Luque, que reeditó el agresivo veto de su antecesor, el arzobispo de Bogotá Ismael Perdomo, quien se opuso al nombramiento de Gerardo Molina como rector de la Universidad Nacional en 1944. Para el clericalismo colombiano, Molina era una especie de bête noire. Germán Arciniegas (1992) cuenta de su visita al papa Pío XII, quien tenía
la obsesión de Gerardo. Su conocimiento de las intimidades de Colombia llegaba a las minucias. […] En cierto momento y hablando del comunismo [Pío XII pregunta]: ¿No le parece peligrosa la presencia de Gerardo Molina en la rectoría de la Universidad?” [Germán Arciniegas le responde] Lo que está haciendo es lo justo y la Universidad lo ha encontrado bueno. No hay comunismo. (p. 61)
En 1960 Gerardo Molina fue nombrado de nuevo rector de la Universidad Libre. Prosiguió con su titánica tarea de renovarla, impulsando la creación de nuevas facultades para modernizarla, como la Facultad de Ciencias de la Educación y la Facultad de Ciencias Económicas y estimuló los Estudios Políticos. La rectoría de Molina propició la apertura de colegios de bachillerato, al igual que un importante Departamento de Extensión Cultural, que tuvo a Jorge Zalamea como su director. También fundó la revista Universidad Libre.
Las letras muchas veces son testigos de la singularidad del pensamiento, de sus secretos y enigmas, de manera que cualquier libro, independiente de su leitmotiv, puede adquirir rasgos de diario íntimo. Ese es el caso de la obra de Gerardo Molina, quien, a través de las ideas políticas, nos da luces sobre su país soñado.
El rector consideraba que la esencia fundamental de esta academia, los estudios de Derecho, se consolidarían mejor en el contexto de una auténtica universidad donde concurrieran interdisciplinariamente los saberes de otras ciencias y profesiones. El rector proyectó la universidad a la sociedad, en especial, a la clase trabajadora, por medio de programas educativos en horas nocturnas.
Gerardo Molina fue un político sui generis, que propuso el socialismo democrático para Colombia, el cual defendió en la plaza pública, los sindicatos, la prensa, la universidad y el Congreso, donde respaldó los proyectos sociales del mundo del trabajo. En 1982 fue candidato a la Presidencia de la República por el movimiento Firmes. Por virtud de la ucronía, aún vale pensar qué resonancias habría tenido la presidencia de este estudiante de la libertad.
La travesía de las ideas políticas
Hay un refrán que se reviste de sabiduría, pero que quizá, en su desnudez simbólica, esconde falaces prejuicios: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. A la postre, en un discurso memorable, el gran poeta y dramaturgo español Federico García Lorca (2007) le imprimió nuevas resonancias al refrán, desde la riqueza de la sensibilidad literaria y la ironía poética: “Dime qué lees y te diré quién eres”. Pues bien, a propósito de la semblanza de Gerardo Molina como estudiante de la libertad, proponemos la versión “Dime qué escribes y te diré quién eres”.
Molina vivió lo que escribió. He ahí una clave adicional para confiar en la aventura de intentar vislumbrar pinceladas de su vida en la complejidad de su obra. Las letras muchas veces son testigos de la singularidad del pensamiento, de sus secretos y enigmas, de manera que cualquier libro, independiente de su leitmotiv, puede adquirir rasgos de diario íntimo. Ese es el caso de la obra de Gerardo Molina, quien, por medio de las ideas políticas, nos da luces sobre su país soñado.
En 1955, después de su estancia en París, la Universidad Libre le publicó, casi coincidiendo con su primer nombramiento como rector, su obra Proceso y destino de la libertad, que fue distribuida haciéndole el quite a la censura oficial. Esta es la primera obra de teoría de las ideas políticas de rigor científico, escrita por un colombiano que le daba la ambientación académica para que los estudios de la ciencia política fueran acogidos en la universidad.
Proceso y destino de la libertad es la primera obra de teoría de las ideas políticas de rigor científico, escrita por un colombiano que le daba la ambientación académica para que los estudios de la ciencia política fueran acogidos en la universidad.
La Facultad de Derecho de la Universidad Nacional promovió sus investigaciones sobre las ideas políticas. En Las ideas liberales en Colombia(1849-1914), el autor estudia la génesis, las cualidades y la constitución del liberalismo en partido, al tiempo que reflexiona sobre cómo las ideas políticas gravitaron en torno al concepto de libertad. Así mismo, da cuenta de dos tendencias en pugna que impactaron de modo superlativo en este conglomerado político: mientras una tendencia clamaba avanzar en la conquista de una sociedad igualitaria; la otra se contentaba con la propuesta de la línea liberal hegemónica, que encumbraba las libertades individuales, dejando a la intemperie el mundo social.
Molina documenta la historia de esta pugna, así como el texto y contexto de cada época. El método que asume se distingue por dar cuerpo a la reflexión, a partir del discernimiento de los factores reales de poder. Analiza las influencias de un abanico de acontecimientos determinantes, como el radicalismo, la Regeneración, la Guerra de los Mil Días y la nueva composición de clases, al ritmo de la industrialización y el capital extranjero. A la par, recoge perfiles ideológicos de personajes icónicos como Murillo Toro, Rafael Núñez, Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo y Jorge Eliécer Gaitán. Un personaje articula la cronología de esta historia política, en clave liberal: el pueblo.
Las ideas liberales en Colombia fueron seguidas por el Breviario de las ideas políticas. Este último es un trabajo de síntesis, junto con propósitos educativos para la acción consciente, fruto de largos años de meditar y enseñar estos temas. De manera sencilla, su autor dice que se trata de un “pequeño libro de divulgación”. Los temas tratados son: el liberalismo clásico, el liberalismo moderno, el socialismo, el socialismo posible, la socialdemocracia y el comunismo.
Tras el Breviario, Molina publicó Las ideas socialistas en Colombia. Este libro apareció como un suceso editorial insólito, porque el dogma había establecido que las ideas liberales y conservadoras eran homogéneas en la vida intelectual y política de la República. Todo lo demás era espurio.
Gerardo Molina fue un marxista heterodoxo a fuer de liberal que utilizó el materialismo histórico con creatividad, rigor y de manera situada en nuestras coordenadas de existencia social y cultural, una rara avis.
Para Gerardo Molina, su investigación concluye con un aserto: las ideas socialistas forman parte del acervo histórico de la nación. Son producto de una concurrencia de factores que incluyen el auge del pensamiento, que nos puso en diálogo con las corrientes universales de las ideas filosóficas y científicas, la labor de líderes y élites que acogieron estas ideas y, de manera determinante, las luchas y movilizaciones sociales y culturales que buscan resolver el gran pleito contra la dependencia, la desigualdad y la opresión. Se trata de proponer el papel principal del pensamiento en las contiendas ciudadanas. De nuevo, acción con ideas y pensamiento con praxis, especialmente en el campo de las izquierdas.
El autor pone sobre el tapete su noción sencilla y amplia de socialismo:
Un socialismo de rostro autóctono, respetuoso de las libertades, dirigido a instaurar la democracia social, participativa y autogestionaria y convencido de que, para combatir la dependencia, el primer paso es la intervención del pueblo en los destinos comunes y la efectividad de la integración latinoamericana. (Molina, 1987, p. 11)
Gerardo Molina fue un marxista heterodoxo a fuer de liberal que utilizó el materialismo histórico con creatividad, rigor y de manera situada en nuestras coordenadas de existencia social y cultural, una rara avis. Es educativa la anécdota de la discusión de Molina ante un grupo de estudiantes radicales que manifestaba defender sus principios, a lo cual el maestro replicó que conviene bañar los principios, de tanto en tanto, en el río de Heráclito.
Con esta investigación sobre las ideas socialistas, rompió el mito de su inexistencia en nuestra historia, las cuales rastrea desde la propiedad comunitaria indígena, las guerras de independencia, las sociedades democráticas, el socialismo en el liberalismo, con Uribe Uribe y Benjamín Herrera, las ideas de Gaitán en la Unir y la izquierda liberal. También las rastreó en los años cuarenta, con la Liga de Acción Política (1942-1944), que él conformó junto con Juan Francisco Mujica, Antonio García, Carlos H. Pareja, José Francisco Socarrás, Alberto Aguilera Camacho, Francisco Pinzón e Indalecio Liévano Aguirre, pasando por el Grupo Marxista (1933), del que él formó parte con Luis Eduardo Nieto Arteta, hasta autores más contemporáneos, como Orlando Fals Borda y Camilo Torres Restrepo.
Gerardo Molina realizó una pesquisa amplia en archivos, buscando en periódicos, folletos, libros y documentos esa huella socialista de carácter múltiple: mítines, protestas ruidosas, congresos obreros y socialistas, líderes y voceros de estas doctrinas. En medio de la exclusión y en las fronteras de la sociedad oficial y la república señorial, encontró el socialismo. Las ideas que propiciaban el cambio de estructuras sufrieron una larga censura que se prolonga hasta nuestros días. Los seguidores del socialismo han sufrido persecución y ostracismo.
Molina conoció el socialismo en sus dimensiones internacionales en los libros de autores como Jean Jaurès, el paladín del socialismo francés, y en la universidad, como estudiante y profesor, lo que le permitió profundizar sus conocimientos en diálogo investigativo con los mentados Antonio García y Nieto Arteta, además de Diego Luis Córdoba, Blanca Ochoa, Virginia Gutiérrez de Pineda, Diego Montaña Cuéllar y Orlando Fals Borda, entre otros.
La Universidad de Antioquia publicó sus intervenciones parlamentarias, textos sobre la universidad y ensayos sociales en el libro Testimonio de un demócrata. En lo que puede ser denominado su testamento político, Gerardo dejó los manuscritos para el libro La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos, publicado por la Universidad Externado de Colombia. Contiene un ensayo inconcluso sobre la formación del Estado en Colombia y una segunda parte de textos políticos, con enfoque socialista, que incluyen las intervenciones televisivas de la campaña presidencial de 1982 en competencia con Luis Carlos Galán, Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur, quien ganó la presidencia de la República. Los textos de Molina son unas reflexiones para la acción política en la campaña en la que se había comprometido. Los temas tratados son: 1) la violencia, el Ejército y la nación; 2) Colombia, una democracia restringida; 3) la política exterior; 4) la concentración de la riqueza y el programa del Frente Democrático. A lo que se suma una entrevista en el diario El Tiempo, realizada por Fernando Barrero, denominada “Plan económico radical del Frente Democrático”.
“Dime qué escribes y te diré quién eres”, le preguntamos hoy a Gerardo Molina. Él nos responde, en sus textos, mientras las letras se elevan del papel y murmuran: “Un estudiante de la libertad”. Desde la primera hasta la última obra, incluyendo borradores, discursos, pesquisas y manuscritos inacabados, el personaje nos deja leer el diario íntimo de un demócrata. Su obra tiene, pues, una doble identidad: al tiempo que bosqueja el complejo paisaje de las ideas políticas, sin proponérselo también dibuja al paseante que lo contempla y reaviva.
Referencias
- Acevedo, D. (ed.) (1991). Testimonio de un demócrata. Medellín: Universidad de Antioquia.
- Arciniegas, G. (1992). Gerardo Molina, tranquilo (60-61). En Recuerdos de Gerardo Molina. Universidad, democracia y socialismo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/Facultad de Derecho.
- AA.VV. (1992). Recuerdos de Gerardo Molina. Universidad, democracia y socialismo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/Facultad de Derecho.
- García, F. (2007). Dime qué lees y te diré quién eres. Medellín: Confiar. escuela.confiar.coop/mod/glossary/showentry.php
- Jaramillo, J. E. (2007). Universidad, política y cultura. La rectoría de Gerardo Molina en la Universidad Nacional de Colombia. 1944-1948. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/Facultad de Ciencias Humanas.
- Molina, G. (1955). Proceso y destino de la libertad. Bogotá: Universidad Libre.
- Molina, G. (1981). Breviario de ideas políticas. Bogotá: Tercer Mundo.
- Molina, G. (1987). Las ideas socialistas en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo.
- Molina, G. (2004). La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.
- Molina, G. (2006). Ideas liberales en Colombia. Bogotá: Universidad Libre.